26 abril 2016

¡Muerte al ocio!


 El trabajo asalariado es uno de los ejes principales en los que se basa el funcionamiento de la sociedad actual. No el desempeño de una ocupación asalariada en si, sino la necesidad de ejercerla para poder subsistir. Es decir, la obligación de trabajar, que además es vendida como un derecho del que podemos disfrutar en las sociedades democráticas, socialistas, fascistas o de cualquier otra índole.

Considerando que el trabajo contribuye a crear la miseria existente en el mundo, el tiempo que pasamos sin trabajar debería ser motivo de satisfacción, o incluso servir para construir alternativas al sistema. Sin embargo la alternativa al trabajo asalariado es aprovechada por el propio sistema para reproducirse, reforzarse y sesgar cualquier oportunidad de desarrollar al máximo nuestras capacidades, y nos impide empoderar cualquier lucha contra el orden político y económico. Ni el trabajo ni el ocio nos hará libres..

Si solo consideramos el ocio o "tiempo libre" como el marco temporal que transcurre entre el final de una jornada laboral y el inicio de la siguiente, estaríamos haciendo una lectura superficial y sesgada. Sobre todo teniendo el cuenta el alto índice de paradxs del que gozan muchas sociedades actualmente. Y no por estar en paro renunciamos al ocio. Por eso, entendemos el ocio como todas las actividades que se desarrollan fuera del ámbito del trabajo, pero que lo perpetúan como eje principal y se nutren de el. Un ocio a través de las drogas, individualista, consumista, basado en el dinero, las rutinas y horarios de siempre es bastante similar si se tiene empleo como si no. El trabajo nos ata a ese ocio, y nos sirve para "recuperarnos" de la jornada laboral, y la ausencia de empleo nos sirve de excusa para caer en la rutina de la anestesia y estar preparadxs para el momento en el que el empleo llame a nuestra puerta. Vivir constantemente con la idea de que el ocio nos hace olvidarnos del trabajo es inútil y no trabajar por el "bien de el trabajo" es bastante más desconcertante que trabajar. La diferencia es que en una de ellas la alineación y el esfuerzo conlleva un sueldo.

La alternativa a trabajar no solo debe ser únicamente el ocio. Recuperemos la vida lúdica, la pereza, el tiempo para nosotrxs mismxs, el disfrutar haciendo las cosas que nos gustan, o las que necesitamos hacer como sociedad.

Si nos divierte reírnos, debatir, follar ,bailar, destrozar una sucursal bancaria, y realizar un esfuerzo en lo que nos apetezca, hagamoslo. Recuperemos el tiempo colectivo, los cuidados, las experiencias comunes. No siempre nos gusta hacer las mismas cosas. Hagamos las cosas que nos gustan hacer siempre, y también las que solo nos gustan hacer en determinadas ocasiones.

Si contra el trabajo asalariado planteamos expropiación, sabotaje, huelgas ilegales y boicot, plantemosle cara al ocio como forma de huir de su dominación.

Es además en un plano ocioso donde también rebajamos el discurso. Acaba la asamblea y nos vamos a tomar algo, y se refuerzan ,basándose en lo informal; las actitudes y comportamientos machistas, racistas y homofobos entre otros. En los momentos de "ocio" también estamos relacionándonos y en parte haciendo política, pero se  pierde personalidad y es fácil adaptarse al contexto, sea el que sea.
"No se puede hablar de nada sin que te moleste" Entre broma y broma la verdad asoma.

Las bromas albergan ideología detrás y es importante entender el ocio como el último bastión de numerosos ejes de opresión. Aunque en el ocio a través del consumo pudiese parecer a primera vista que se disminuye, por ejemplo; la diferencia entre presencia masculina y femenina, es curioso fijarse que tipo de actitudes se reproducen, como se ocupan los espacios y en nombre de que discurso. Si hacemos un análisis más profundo no vemos demasiada equidad. Otras opresiones, como la presencia del hombre blanco en todos los espacios públicos se ven a primera vista.

Mientras el sistema ha encontrado nuevas formulas para imponerse, el ocio ayuda a vender la sociedad actual como ejemplo de libertad. Menudo futuro nos espera si nos mantenemos pasivxs ante las consecuencias de las guerras, democráticas o no, o si nuestra idea de libertad es la juventud sumida en la indiferencia atroz, dormitando sus reivindicaciones entre el alcohol y la droga, o la sociedad pasiva mientras el sistema se blinda legal y policialmente para seguir reproduciéndose y robando los recursos, causando mayor desigualdad económica.
Plantémosle cara al lado más amable del sistema, al que condiciona nuestro tiempo y nuestros intereses. Por una sociedad combativa y libre de borracheras y drogas.
¡Por la destrucción del sistema capitalista y el Estado! Viva la Anarquía.

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